El objetivo del presente trabajo es realizar una mirada particular sobre las últimas décadas del Teatro Político en la Argentina. Para ello utilizaremos diversas formas de recorte, con el objetivo de acotar el campo de estudio, y a la vez parcializarlo. Porque indudablemente se trata de un tipo de manifestación artística que porta en su interior complejidades de por sí evidentes. Por un lado exige que reflexionemos sobre la relación del arte con el sistema social y político, obligándonos esto a pensar las diversas formas que los artistas han encontrado para emitir un discurso comprometido y estético a la vez. Y por el otro la focalización centrada en la Argentina no es posible ser pensada si no se la relaciona con poéticas extranjeras. Esto, que resulta algo obvio, lo es más todavía cuando de reflexionar sobre la contemporaneidad se trata. Piénsese por ejemplo en el concepto de Aldea Global y su última versión más politizada, globalización, y se tendrá una clara idea de hasta qué punto puede resultar estéril el hacer hoy un análisis sobre una textualidad sin buscar sus relaciones tanto dentro de las fronteras nacionales como fuera de ellas.
El eje sobre el cual se leerán las diversas obras tendrá que ver con el carácter de politicidad que el teatro puede adoptar e incluir en su propia configuración de mundo. Creemos rotundamente en la politicidad del arte, aunque tengamos, para fundamentar esta afirmación, que producir relecturas y nuevas versiones acerca del concepto de Teatro Político, ya que las obras, los períodos y los autores seleccionados así nos lo exigirán.
El marco teórico será a su vez ecléctico, no produciendo una lectura crítica desde una concepción particular, a saber: hermenéutica, semiótica, pragmática, etc., sino que más bien atravesaremos a todas ellas, puesto que creemos necesario en esta rama del estudio teatral trabajar desde este lugar dada la escasez de estudios al respecto.
Con relación a las obras que analizaremos también tuvimos criterios variados. Algunas nos permitirán aproximarnos a textos que pueden ser leídos de forma política, a la manera clásica, para observar de qué forma podemos seguir sosteniendo esta afirmación, mientras que otros quizás no hayan sido leídos desde este lugar, pero que al inscribirlos en la historia alcanzan un nivel de politicidad interesante, al menos a través de un planteo de tipo hipotético.
Además, en lo que respecta a la relación del Teatro con la Historia, nosotros no haremos aquí un trabajo historicista, pero sí será tenida en cuenta en los diversos elementos que ella comporta.
Y, finalmente, conviene aclarar la riqueza conceptual e histórica que nos podría producir el hecho de cruzar nuestro estudio con obras de otras artes, tales como la literatura, y de otros períodos, por ejemplo el siglo XIX en la Argentina, para entender cómo afecta la comprensión del arte político cuando la política social cambia. Comparar superficialmente la textualidad de un autor teatral como Eduardo Pavlovsky con uno literario como Domingo F. Sarmiento o Esteban Echeverría, echaría luz sobre muchas cuestiones.
La propuesta de este trabajo, en suma, consiste simplemente como decíamos antes en pensar una de las tantas formas de producir y recepcionar el teatro: el Teatro Político. Y las preguntas que deben surgir inevitablemente son las siguientes: ¿Qué es el teatro político? ¿Es una forma a-histórica o más bien se modifica estructuralmente con el correr del tiempo? ¿El carácter político radica en el texto o en la lectura?
Para responder estas cuestiones diremos en primer lugar que si hablamos de Teatro Político estamos planteando una relación ineludible y fundamental entre el texto y una determinada situación social, política o histórica. Y por lo tanto nos estamos introduciendo en una zona que podemos denominar por ahora, vagamente, como cultural. Pero no se trata de la cultura vista desde un punto de vista ontológico, sino más bien como una construcción semiótica que los sujetos de una sociedad determinada hacen del mundo, esto es, como lo organizan, lo piensan, lo sienten y lo viven.
En este sentido intentaremos entender cómo la cultura, puesta en perspectiva histórica, fue dando diversas respuestas a las cuestiones que aquí nos ocupan. Por dar un ejemplo no nos será ajeno el tema acerca del cómo la historia fue pensando y construyendo el concepto de lo político, puesto que este permitirá producir, según las épocas y los distintos procesos sociales, políticos e históricos, distintos tipos de teatro político. De esta forma entenderemos que la cultura como construcción de mundos es una problemática compleja, pero que bien vale la pena pensarla.
Y si nuestro objetivo radica en no hacer una historia del Teatro Político, pero sí en pensarla, tendremos que tener en cuenta eso que se denomina cultura para ponerlo en relación con los textos propiamente dichos .
Pero además de todas estas complejidades tendremos que pensar una más, sugerida ya desde la nominación genérica a la que nos estamos limitando. Al establecer una relación entre teatro y política, estamos planteando un vínculo estrecho entre arte y cultura, entre el artista y su forma de ver la cultura, pero donde también aparece de forma protagónica el receptor, el que también es producto de esa cultura. Para resolver estas cuestiones nos introduciremos en zonas riesgosas, pero interesantes, que nos permitirán pensar la correlación existente entre el artista y su público a la hora de realizar esa construcción del mundo a partir del artificio lingüístico. Y ahí sí haremos un esbozo de historia de este tipo de teatro porque tendremos que observar las diferencias históricas que se han ido manteniendo a lo largo de esa relación.
jueves, 24 de julio de 2008
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